miércoles, 4 de noviembre de 2009

La clase de danza despareja.
Una grieta para la experiencia

Siempre pero siempre nos vendrá bien hacer un Grand plie simple, como si lo fuera.
Algo que podría ser una desgracia en una clase se puede convertir en lo interesante de esta. El grupo homogéneo es lo ideal, si. Más no ofrece la posibilidad de observar instancias del proceso de aprendizaje que hemos pasado. O que aún no nos a tocado vivir. Hoy en mi clase una conversación entre Fran y Lucía donde él le decía que no se preocupe, que no lo espere para ir al unísono y ella contestó que no le molestaba, que observaba sus dificultades y veía como las resolvía y aprendía de su aprender. Esto es algo que no pasó de casualidad, siempre trabajamos con la conciencia de proceso, de elaboración, y de grupo. Cuando hay desniveles técnicos alguna gente se pone muy muy muy nerviosa, a veces los principiantes (en Gral.) porque sienten que retrasan la clase o por que se comparan con otros. Pues es un error tremendo y temiblemente humano. No tenemos que hacer todo bien y menos sin saberlo. Aprender, tomar, agarrar, asir, lleva tiempo y cada uno tiene formas diferentes de hacerlo. La falta de experiencia en algo no nos hace discapacitados ante la nueva tarea, el ser humano tiene una gran, talvez excesiva, experiencia en aprender pero al llegar a la adultez parece que debiéramos saberlo todo. Y obviamente no es así. El cerebro necesita volver a estimularse con nuevos desafíos.
Y aquellos que están más avanzados pueden aprender nuevas formas de adquirir conocimientos que ellos ya adquirieron. Porque cada persona ha construido caminos de adquisición de experiencia y conocimiento diferentes. Y aquí llegamos a un punto interesante, el de la experiencia. Dice Agamben que la experiencia se pierde con la conciencia, que luego del habla la conciencia ocupa un lugar que impide el ejercicio de la experiencia. Y en la danza que es un territorio sin habla existe la grieta (eso digo yo) para la experiencia. Un territorio que sin palabras, sin imagen, a pura sensación abre las puertas de lo empírico como las de un paraíso perdido ( próximamente nota sobre este punto). Por eso todos los cuestionamientos que uno pueden hacerse frente a un otro, comparaciones etc. No deberían existir, la clase es un espacio donde todos, incluido el docente, están aprendiendo a aprender, y el cuerpo es el territorio de la experiencia.

No hay comentarios: