La muerte no es la negación del ser sino la negación del estar allí dice Derrida y lo repite Eric Del Búfalo ante la muerte de Derrida, “la muerte de Derrida no le pertenece a Derrida, nos pertenece a nosotros”, esto sitúa al estar en un evento temporal, sigue siendo luego de no estar. La danza como evento temporal sucede y también es, al terminar sigue siendo pero en su no estar, la obra no se pertenece ya a si misma sino a todos aquellos que la vimos, la hicimos o participamos de alguna forma, sigue siendo a pesar de no estar ya, de no ser posible de interpretar, es hasta que hayan muerto todos los rastros de su existencia y sigue siendo en su pequeña influencia en el mundo . La muerte cantada , representada, contada, es la muerte tomada por los vivos, es pasada al mundo de la representación y toda representación es en ausencia del objeto, toda obra de arte es , o está acostumbrada a ser, una representación a la vez viva, a la vez muerta. Es un punto bisagra entre lo que es en otra parte o lo que fue en otro tiempo, lo que es allí y es para los que allí están, y lo que dejará de ser cuando uno no esté en presencia de ella. La obra deja de estar pero sigue siendo.
Si la presencia es lo imposible y el pensar es tomar una distancia infinita, distanciar es insistir fuera de la existencia… entonces la obra como representación es distancia del objeto presencia real. La obra es insistencia . Lo dado entre la pregunta del ser y el logos de esa pregunta ( con todos sus olvidos y memorias) no aparece como real , es decir no es la cosa de la que habla la obra, no es presencia de la cosa, es la huella de la presencia lo que se manifiesta. Al hacer una obra temporal al comenzar un trabajo estamos rastreando huellas, las ordenamos , nos perdemos en ellas, y ofrecemos una presencia que es huella de otra presencia que es siempre ausente. Obra que es composición de si, y composición distante ausente, de lo real. Es un doble posicionamiento, Derrida dice dis- posición. Y en esa dis-posición es donde está presente la ausencia de lo real y por ende se hace presente en cada re – presentación. Este doble posicionamiento pone al artista, intérprete en la situación de re- presentar es decir tomar distancia y a la vez estar presente y vivir esa realidad cada vez. Si usamos la idea que se le atribuye a platón sobre la etimología de la palabra signo, “sema” de que el cuerpo es la tumba (sema) del alma, y ese alma está encerrada en el cuerpo que la contiene, el cuerpo es huella de ese alma, cualquier representación estaría siendo un movimiento del alma dentro de esa celda (idea bastante antigua pero útil) y las representaciones se vuelven infinitas , infinitas como distanciamientos hay de las cosas. Infinito como el pensamiento. Por eso busco en la representación artística la huella de aquello que es, y que al parecer es infinito. Busco el doble posicionamiento esperando vivir allí en escena ferozmente y ser huella. Ser huella luego , ser huella antes.
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